Se basa en la idea de que cada persona tiene una “ventana de tolerancia” dentro de la cual se siente presente y puede aprender nuevas habilidades. Fuera de ese marco, está demasiado abrumado para funcionar con eficacia.
La metáfora es muy simple. El área entre las dos líneas muestra el nivel de activación óptimo. Todas las personas tienen un área o ventana donde están en equilibrio, donde su estado de ánimo les permite estar presentes, concentrarse y aprender cosas nuevas.
Si la persona está por encima de la ventana de tolerancia (por encima de la línea superior), esto indica que está sobreactivado o hiperexcitado. Significa que no puede hacer frente y que no está en el “aquí y ahora”. Si está por debajo de la línea de fondo, está infraactivado o hipoactivado. Lo que significa que está adormecido o no responde lo suficiente.
Las respuestas de escape y lucha son ejemplos de sobreactivación. El corazón late más fuerte y más rápido, la respiración es más rápida. Más sangre fluye al cerebro y la actividad cerebral suspende el procesamiento complejo y se enfoca en la amenaza. El cuerpo está muy energizado.
Las reacciones de congelación son un ejemplo de baja activación. Al igual que muchos animales pequeños que se vuelven completamente inactivos cuando son atacados, el cuerpo se apaga parcialmente. La energía cae al mínimo.
La mayoría de las personas se mueven hacia arriba y hacia abajo dentro de su ventana de tolerancia, regulando sus niveles de energía para minimizar la incomodidad y funcionar de manera efectiva.
Los sobrevivientes a menudo se reconocen en esta metáfora. Lo usan para reconocer cuándo están sobreactivados o subactivados, para regularse y también para expandir su ventana (volverse más tolerantes con las emociones difíciles).